¿Alguna vez te has sentido perdido o sin saber cuál es el sentido de tu propia vida?
Es muy probable que tu respuesta haya sido “si”. Y quizás te sorprendería saber que es algo más común de lo que pensamos.
En un estado de divagación y de pérdida del sentido de uno mismo, lo más común es tener sensación de sinsabor, de frustración, de que pasan los días sin más, de ir hacia la deriva o de pérdida de sentido y consciencia sobre aquello que diseñamos cada día: nuestra propia vida.
Desconocer nuestro propósito vital produciría una sensación incómoda e inhumana para vivir siempre así.
La inconsciencia, las creencias, los modelos aprendidos, las normas y usos aceptados sin cuestionarlos o el mero hecho de hacer porque sí “lo que toca”, son algunos de los responsables del desconocimiento sobre el propósito de ese don que nos sido dado: la VIDA.
¿Pasas por tu vida de puntillas o caminas sobre ella con la fuerza que te da el saber para qué estas aquí?
Encontrar el propósito que necesitamos para crear una vida con sentido, no es algo que surja de la noche a la mañana sin más, como si de una revelación divina se tratara, aunque su revelación sí que sea algo divino. ¡Qué va, no es así!
Desde mi experiencia personal y profesional, podría decir que sería necesario un profundo, sorprendente y enriquecedor proceso de autoconocimiento para otorgar de sentido a nuestra vida. En la inmensa mayoría de los casos, también doloroso, molesto o incómodo. Sin embargo, merece la pena conocerse para poder elegir libremente lo que necesitamos y queremos en cada momento. Teniéndolo claro, podremos alcanzar nuestros objetivos y metas vitales empujados por nuestro propósito de vida.
Nuestro sentido vital se crea y se construye cada día. Esto significaría cosechar palabras, hechos, decisiones, acciones, pensamientos, sensaciones, valores e ideas que le den solidez, forma y un resultado digno de uno mismo. Aquel que una vez descubierto y puesto en acción determinará nuestro destino personal y profesional.
Nuestro propósito es nuestra brújula.
Si hay algo que marca nuestro propósito de vida, es nuestro destino. Y no hay destino sin camino recorrido, por lo que darle un sentido a cada paso que damos es lo que marcará nuestra existencia.
Puede que una vez encontrado, una vez hecho este interesante trabajo interior, se tome consciencia de que pocas cosas hay que cambiar. Aquí lo importante es que eso que se tiene, se vive, se hace, se dice o se elige cada día…sea tenido, vivido, hecho, dicho y elegido desde la plena consciencia y la libertad más absoluta, con un firme propósito y sentido de vida.
No hace falta irse al Congo Belga, montar una multinacional, volverse vegano o cambiar de casa, pareja o trabajo ipso facto. ¡Nada más lejos de la realidad!
“Simplemente” se trataría de alinear la autenticidad, la coherencia, la libertad y la consciencia sobre nosotros mismos, para generar valor y riqueza a nuestro alrededor. Por ello, creo que cuando le damos un sentido y un propósito a aquello que hacemos, lo convertimos en un acto de generosidad hacia nosotros mismos, hacia nuestro entorno más cercano y hacia el resto de la sociedad.
Encontrar nuestro propósito es VIVIR bajo la verdad, el bien y la belleza que supone otorgar a nuestra vida de un sentido que nos honre como Seres Humanos
El sentido que le damos a nuestras vidas viene acompañado por una actitud vital. Cada día tenemos la oportunidad de elegir libre y conscientemente como queremos que sea esa actitud que nos va a acompañar en cada una de las acciones y experiencias que viviremos a lo largo del día. Absolutamente nadie, puede arrebatarnos la libertad de elegir nuestra actitud vital.
Darle cada día un sentido a todas nuestras experiencias es lo que va a marcar el rumbo de nuestras decisiones.
Liderar con sentido. Liderar con propósito.
¿Cómo te sentirías si cada día tuvieras muy claro qué sentido tiene tu vida y cual es tu propósito para VIVIR?
Un fuerte y cálido abrazo,
Ana